El siguiente caso que Hayes acepta es el de Leo Scarlata, un hombre con discapacidad mental, encarcelado por quemar el restaurante de su familia con repercusiones fatales. Hayes se da cuenta de que puede haber negociado más de lo que esperaba cuando un equipo documental aprobado por Wallace comienza a seguir al equipo. Hayes se enfrenta a su incomodidad ante las cámaras, un efecto secundario por haber crecido ante la mirada pública, y los miembros del equipo divulgan detalles íntimos porpios y de otros mientras están siendo grabados.