Hace tres meses que Amelia tiene pesadillas recurrentes con un femicidio, pero no logra ver en sus sueños el rostro del asesino. La pintora le pide ayuda a su psicoanalista Cristóbal, que no le toma importancia a su problema y sugiere que continúe consumiendo las pastillas que siempre le receta. Amelia está empecinada en que le hagan una terapia de hipnosis, para así mediante regresiones, conocer la causa y motivo de los sueños que la aquejan. Ante la negativa de su terapeuta, acude a Marina para que la asista. Una vez comienza la terapia, Amelia se adentra a un complejo y peligroso puzzle, que la conducie a fatales consecuencias y una impactante revelación.