Todos los 29 de abril, Amira celebra con tristeza un nuevo cumpleaños de su hijo Pablito, que murió a la edad de seis años. Esta anciana vive sola en su casa, siendo acompañada por Ingrid, enfermera que está a cargo de cuidarla. El mismo día que celebra un nuevo fúnebre aniversario, Amira recibe la visita de un misterioso hombre, que asegura haber vivido cuando pequeño en la misma casa que la dueña. Este sujeto posee la misma edad que tendría el hijo de Amira, de seguir vivo, y sumado a una serie de coincidencias, ella cree férreamente que ese hombre es Pablo. Amira piensa que su hijo regresó a su vida, para que ella afronte la culpa de haber causado su muerte accidentalmente, al desconocer que era alérgico a la penicilina. Mientras que Ingrid cree que este individuo es peligroso para su paciente, Amira no está dispuesta a que él se marche de su lado otra vez, haciendo todo lo posible por retenerlo.